Por: Manuel Alejandro Nivela S.
Para comprender el contexto en el que operan las instituciones europeas y cómo abordan la resolución de conflictos internacionales, es esencial tener una comprensión clara del concepto de institución supranacional. Estas entidades pueden poseer características fundamentales, como la facultad de ejercer una autoridad vinculante, lo que implica que las decisiones tomadas por estas instituciones conllevan consecuencias legales de cumplimiento obligatorio para los Estados Miembros. Para ejercer esta autoridad, es necesario contar con independencia, jurisdicción específica y la participación de múltiples Estados.
Entre las instituciones supranacionales de gran relevancia en Europa, destacan la Unión Europea, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (aunque su ámbito no se limita exclusivamente a Europa), la Eurozona, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo. Aunque el Consejo de Europa no ostenta la categoría formal de "institución supranacional", desempeña un papel crucial en la promoción de la cooperación en áreas que abarcan los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho. Además, cuenta con un órgano ampliamente reconocido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Las instituciones mencionadas anteriormente cumplen diversas funciones que abarcan campos cruciales, como la economía, la seguridad social y los derechos humanos. Por lo tanto, la Unión Europea, la OTAN y la Comisión Europea desempeñan un papel esencial en la promoción de la integración europea y la gestión de conflictos armados en la región.
En situaciones de conflicto armado, dos instituciones en particular emergen como actores destacados: la Unión Europea y la OTAN. Ambas desempeñan roles complementarios en la búsqueda de soluciones frente a conflictos potenciales, incipientes o inminentes. Su función principal radica en preservar y fomentar la estabilidad en todas sus dimensiones en Europa mediante la implementación de planes de gestión de crisis.
La Unión Europea se erige como una institución supranacional con un régimen Sui generis, representando una unión política y económica. A lo largo del tiempo, ha experimentado una evolución significativa que ha ampliado su alcance para incluir una dimensión de seguridad y defensa. De alguna manera, la UE puede considerarse como la culminación de lo que antes se conocía como la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), establecida en 1951. La CECA tenía como miembros a Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, la República Federal de Alemania y los Países Bajos. Su función principal era supervisar la producción de carbón y acero entre sus países miembros, así como los recursos necesarios para su fabricación, todo ello con el objetivo de prevenir tensiones y enfrentamientos en Europa.
En ese entonces, la principal motivación de la CECA era impulsar la integración económica y política de Europa para evitar posibles desacuerdos entre los países adherentes y, de esta manera, garantizar un crecimiento económico y social conjunto y próspero. Para lograrlo, se fusionaron diversas comunidades, incluyendo la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM).
Desde entonces, la UE ha evolucionado en sus objetivos y propósitos. En la actualidad, la Unión Europea ha llegado a ser un referente en la política exterior de Europa, desempeñando un papel fundamental en la promoción de la paz, la estabilidad y la cooperación tanto en el ámbito europeo como en el internacional.
Por otro lado, se encuentra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuyo origen se remonta al 4 de abril de 1949, como respuesta de occidente en la Guerra fría ante la posibilidad de un conflicto armado entre los países occidentales y los comunistas. La OTAN se estableció como una alianza militar defensiva para proteger a los países miembros de la amenaza percibida por la Unión Soviética y el comunismo en Europa, por lo que era una estrategia acertada para disuadir cualquier agresión.
En un contexto de posguerra y cambio en la geopolítica, la OTAN pasó a ser más que una alianza para disuadir la percepción de amenaza soviética, y se centró en temas más concretos como la lucha contra el terrorismo y la ciberseguridad de sus países miembros. Poco a poco, países ex soviéticos se han alineado con la política occidental, uniéndose también al tratado después de la caída del comunismo.
El papel desempeñado por la OTAN se encuentra intrínsecamente vinculado al ámbito del derecho internacional. La organización opera en consonancia con este marco legal, demostrando su firme compromiso con diversos tratados y acuerdos de alcance internacional en el desempeño de sus responsabilidades. A modo de ilustración, como entidad supranacional, la OTAN debe honrar la soberanía de sus Estados miembros y acatar rigurosamente la prohibición del uso de la fuerza, excepto en casos legítimos o cuando cuente con la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El Tratado del Atlántico Norte, como piedra angular de la OTAN, establece los principios y objetivos fundamentales de esta alianza, siendo el Artículo 5 uno de los más reconocidos. Este artículo establece que un ataque dirigido contra uno de los Estados miembros se considera un ataque contra todos los Estados miembros. La OTAN mantiene una estrecha colaboración con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, como resultado, está comprometida en cumplir las resoluciones emitidas por este organismo. Además, la OTAN lleva a cabo misiones de mantenimiento de paz y operaciones relacionadas con la seguridad internacional, asegurando que sus acciones gocen de una legitimidad a nivel internacional.
Todas las misiones y actividades emprendidas por la OTAN se rigen por los Convenios de Ginebra, un conjunto de tratados internacionales diseñados para salvaguardar los derechos humanos de las personas que no participan activamente en conflictos armados. Estos convenios establecen pautas específicas que deben ser respetadas por todas las partes en un conflicto y se dividen en cuatro categorías: 1) Convenio para el alivio de los heridos y enfermos en las fuerzas armadas en campaña; 2) Convenio para el alivio de los heridos, enfermos y náufragos de las fuerzas armadas en el mar; 3) Convenio para la protección de prisioneros de guerra; y 4) Convenio para la protección de personas civiles en tiempo de guerra.
Estos convenios son considerados pilares fundamentales del derecho internacional humanitario, y su principal objetivo es reducir el sufrimiento humano en medio de los conflictos armados. Son ampliamente respetados a nivel internacional, y cualquier violación de sus disposiciones puede considerarse un crimen de guerra.
En última instancia, la Unión Europea (UE) y la OTAN representan dos pilares cruciales en la gestión de conflictos internacionales en Europa, y se destacan por su compromiso con el respeto a los derechos fundamentales y su capacidad para intervenir de manera efectiva en asuntos internacionales. Al enfocarse en la diplomacia preventiva, la coordinación con otras organizaciones internacionales y la implementación de misiones de paz, estas organizaciones garantizan que sus acciones estén en plena conformidad con el marco legal internacional y cuenten con un sólido respaldo. En un mundo caracterizado por desafíos en constante evolución, estas instituciones no solo actúan como respuesta a amenazas inminentes, sino que también trabajan activamente para promover la paz a través de la diplomacia y la cooperación internacional, contribuyendo así a la estabilidad y la seguridad globales.